Ricardo Romero
Profesor Economía Política
Colegio Nacional de Buenos Aires - UBA
La economía argentina transitó diferentes ciclos a lo largo de su vinculación con el capitalismo moderno, y el rasgo más relavante de cada período, es el peso del sector comercial exportador en la configuración de los modelos de acumulación. Incluso, en la fase de sustitución de importaciones, la regulación comercial buscaba obtener divisas y reorientarlas hacia la industria, lo que provocaba el rechazo de los exportadores que las generaban y llevando a enfrentamientos profundos como la última dictadura militar.El Modelo abierto tras la salida a la crisis del 2001, se centró en una sobrevaluación del dólar, favoreciendo el perfil exportador y desalentando las importaciones, que junto a una tendencia de precios altos de los alimentos permitió un fuerte ingreso de divisas y una paulatina recuperación económica interna, sumado a una redistribución a través de las retenciones. Cabe destacar que el crecimiento de esta fase no es sólo esfuerzo de los productores agroexportadores, sino también, de la población que debe afrontar una política económica restrictiva al consumo externo.Este esquema, que tuvo una fuerte fase expansiva de crecimiento, permitió generar un proceso de acumulación de reservas que, si bien lograron sortear esta crisis con menos costos relativos, no fueron destinados a cambiar una estructura económica que nos condiciona a los vaivenes del mercado externo. Así, con el proceso inflacionario y la pérdida de competitividad junto a la caída de precios internacionales, provocaron una tensión para los que quieren mantener sus niveles de rentabilidad. Y como la historia se repite, nuevamente la Sociedad Rural encabeza una cruzada contra un gobierno popular.La nueva configuración política dejó a la actual gestión en la necesidad de dialogar, pero cabe señalar, que a la oposición también, porque sino quedamos subsumidos al programa de la Mesa de Enlace, que avasalla con sus demandas sectoriales, presentadas como reivindaciones del bienestar general. En todo caso, deberíamos impulsar un debate abierto sobre el rumbo económico, que no se concentre en ganancias parciales del sector exportador sino que impulse crecimiento, desarrollo y redistribución de ingreso. No es imposible, es pensar un nuevo Modelo. Pero para eso deberíamos salir de la matriz neoclásica, que nos condena a ser el granero del mundo y en el cuál los patrones rurales mandan. Debemos pensarnos como parte de una región económica, integrada comercial y productivamente, con alto desarrollo industrial y tecnológico, y una fuerte base de consumo interno. Obviamente, este esquema implica una articulación con los países latinoamericanos donde, cabe decirlo, nuestro vecino Brasil juega un rol preponderante y Argentina es un socio estratégico. En esos marcos, podríamos encontrar un Modelo Perdido que no nos condenen a las dádivas de las retenciones.